
Cuando los niños
YA NO PUEDEN SALIR A JUGAR
Imaginemos cómo se encuentra la salud mental de nuestros niños. Antes ellos iban al colegio, jugaban en el parque y visitaban a sus amigos. Hoy, se encuentran sin poder salir de sus hogares hace más de cinco meses, por su bienestar y cuidado frente al COVID-19 pero finalmente, sin contacto físico con otros niños de su edad.
Si bien es cierto para algunas familias esta pandemia ha traído la oportunidad de fortalecer vínculos, lo cierto es que para una gran mayoría ha crecido la angustia, el estrés y el miedo al futuro incierto. Y para bien o para mal, los niños absorben los sentimientos vividos en el hogar, susceptibles de las actitudes y conductas de sus padres frente a la vida como la esperanza, tranquilidad, negativismo y/o reacción al estrés.
“El niño generalmente es el reflejo de sus padres. Si los padres están estresados, ansiosos o irritables por todo lo que está ocurriendo, se recomienda que busquen ayuda especializada para recibir orientación o alguna técnica de relajación porque su estado emocional influirá en su pequeño”, explica la psicóloga y psicoterapeuta Katherine Castillo Cornejo de la Fundación Alvartez, del Grupo San Pablo.

Desarrollar la capacidad de adaptación
“Los niños pueden sentirse prisioneros aún sin serlo realmente. Por su edad, necesitan corretear y jugar para botar toda la energía que llevan dentro. Sin embargo, son muchos los hogares que no cuentan con grandes espacios para hacerlo libremente produciendo estados de estrés que se traducen en irritabilidad, poca tolerancia a la frustración, mayor sensibilidad, conductas violentas o llanto con sufrimiento”, cuenta la Lic. Castillo Cornejo.
Hoy más que nunca, se debe preguntar a los niños cómo se sienten a fin de cuidar su salud emocional. Para ello debemos escuchar sus preocupaciones abriendo espacios que permitan hablar de sus sentimientos (una película, una noticia, un libro, un cuento, un juego, etc.) y fomentar las relaciones con sus pares por video llamadas.
La Lic. explica que es importante conocer a nuestros niños y en base a los rasgos de personalidad y comportamiento evaluar la conveniencia de salir a un parque. “Si se tiene un niño inquieto y que se podría retirar la mascarilla, es importante no llevarlo al parque. En esos casos, se recomienda salir a pasear en el carro o dar una vuelta a la manzana”, comenta la especialista.

Cuidado con la depresión y la ansiedad
De acuerdo a algunos estudios en otros países, resulta bastante probable que los niños y adolescentes tengan más posibilidades de experimentar altas tasas de depresión y ansiedad durante y después de que finalice el aislamiento.
Por ejemplo, un estudio pionero que analiza el impacto emocional del confinamiento en niños italianos y españoles encontró recientemente que, si bien los niños tienen gran capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, parece que no tienen las habilidades suficientes frente a un encierro y esto, los afecta psicológicamente.
Los hallazgos muestran que nueve de cada diez padres informaron de cambios en el estado emocional y conductual de sus hijos, en comparación a antes de la cuarentena y que el:
- 73% de los niños usaba dispositivos electrónicos más de 90 minutos al día (en comparación con el 15% que lo hacían antes de la cuarentena)
- 25% de los niños comía más de lo habitual y solo el
- 14% de los niños practicaba 60 minutos de actividad física diaria.
Las circunstancias extraordinarias que estamos viviendo deberían exigir también respuestas emocionales extraordinarias. Por ello, lo mejor es que los padres estén atentos a los cambios de conducta de sus hijos.